Hacia fines del siglo pasado, el mayor esfuerzo para salvaguardar la riqueza natural de la Amazonía Andina fue liderado por científicos extranjeros u organizaciones asentadas en ciudades costeñas y andinas, ajenos a la realidad de los pobladores asentados ahí desde tiempos ancestrales. Sin embargo en tiempos recientes, estos pobladores y sus nuevas generaciones poco a poco han ido conociendo su territorio, lográndose que algunos grupos estén dispuestos a aprender para cambiar prácticas que atentan contra los ecosistemas, y por el contrario buscar un desarrollo sostenible.
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